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"Empoderando a la mujer y activando su conciencia" es un proyecto que busca activar la conciencia de mujeres jóvenes para que puedan cambiar la realidad que sufre la población femenina a nivel nacional y a nivel mundial.

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Esta es una idea maravillosa que tendrá grandes resultados y que puede cambiar la visión que tiene el mundo sobre las mujeres.

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Este es un ejemplo de los textos que escribimos sobre “El Septimazo”, como parte del proyecto.

 

Luces, cámara… ¿camina?

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Debo admitir que me dolían los pies, admitir que no me arrepiento de caminar tanto, que no me arrepiento de realizar el llamado “Septimazo en familia”.

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Fue un jueves poco común, tomé un Transmilenio en dirección al centro de Bogotá; iba acompañada por mi hermana mayor, mi mejor amiga y también por el hermano mayor de ésta; siendo el motivo de nuestro viaje recorrer las calles del centro de la ciudad en busca de fotos y experiencias que más tarde tendríamos que relatar a diferentes personas.

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Nos bajamos un poco lejos de nuestro destino final, la Plaza de Bolívar, lugar que representa la variedad de nuestra cultura, siendo bastante reconocido por ello y más. No contábamos con una cámara profesional, nada más con la de nuestros respectivos teléfonos celulares, motivo por el cual tuvimos que ser extremadamente precavidas puesto que estos lugares se encuentran en un par de condiciones algo deprimentes, siendo la delincuencia un motivo de tristeza, pues en ocasiones logra opacar la emoción que disfrutas cuando tus ojos tienen el privilegio de admirar lugares tan mágicos como estos.

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Cerca de las dos y media de la tarde, comenzamos a caminar por las calles de Chapinero, siguiendo una orientación propia bastante mala, pues avanzamos media hora en dirección equivocada, razón por la cual algunas de las fotos son de edificios de trabajo altísimos y fuentes de agua realmente elegantes.

Anduvimos durante dos horas y un poco más en dirección a la plaza enterándonos en el camino de lo lejos que aún nos encontrábamos de ésta; sin embargo, aquello no detuvo nuestra travesía, durante la cual nos encontramos el Museo Nacional y más adelante variedad de estatuas e iglesias que llamaron mi atención de una manera impresionante, puesto que jamás había tenido la oportunidad de ingresar ni admirar el arte de éstas, quedé impactada. La tarde se me hizo bastante larga, debo decirlo, pero disfruté de pasar tiempo con las personas que me acompañaron en aquel enorme recorrido pues aún sin dinero para tomar algo, nos reímos y disfrutamos del bello paisaje que ofrece la ciudad, específicamente en estos lugares.

 

Nos detuvimos para descansar un poco mientras observábamos a un grupo de jóvenes practicando con bicicletas y tablas; incluso aquello fue relajante observarlo. Continuando con la caminata, encontramos un peculiar personaje que realizaba cuadros de diferentes escenarios, y si bien ya habíamos deleitado nuestros ojos con muchísimas obras, éstas en especial parecían estarse rifando durante una exposición cultural. Llegamos a las oficinas de El Tiempo, lugar que no dudé en fotografiar, eran exactamente las cinco y cuarenta y tres minutos, su enorme reloj digital lo indicaba.

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Estábamos cerca, pero caminamos lento, el camino entre la plaza y la avenida parecía un enorme corredor, repleto de tiendas que se promocionaban de forma creativa con letreros en tiza de colores, cafés y centros comerciales pequeños. Había gente muy peculiar.

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La hora perfecta, el lugar perfecto y la foto perfecta, todo fue definido por el hermoso color del cielo, provocado por el atardecer que apreciamos desde la gigantesca Plaza de Bolívar. Lo único que puedo agregar es nada más y nada menos que ahora conozco una pequeña parte de la monumental magia que poseen las calles de esta ciudad. No es New York, no es París, mucho menos Tokio, es Bogotá; es un lugar lleno de gente que cada día trabaja para que ésta se convierta en un mejor espacio para crear recuerdos e historias, como si todas aquellas que guarda no fuesen suficientes.

Ana María Ruge

10°A

Septimazo en familia

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